La transición energética promete nuevos modelos de desarrollo económico y un futuro energético sostenible. El beneficio será triple: empleo, salud y medio ambiente, así como grandes mejoras del bienestar humano, en todas las regiones del mundo. Las inversiones para acometer la transición supondría aumentar los empleos en 42 millones de personas a escala mundial de aquí a 2050, cuatro veces más que en la actualidad. Los empleos en el sector de la energía en general alcanzarían los 100 millones en 2050, unos 40 millones más, mientras que generaría 7 millones de empleos nuevos en todos los sectores de la economía.

Así lo recoge el informe, Perspectivas mundiales de las Energías Renovables’, de la Agencia Internacional de la Energía (Irena), que destaca que con medidas para luchar contra el cambio climático, el bienestar humano experimentaría mejoras más rápidas y más profundas. Dentro del escenario de transformación energética, el indicador de bienestar sería un 13,5% más alto en 2050. La diferencia, recoge el documento del organismo energético, responde a una menor contaminación atmosférica, con las consiguientes mejoras para la salud. “La transición promete una mejora generalizada del bienestar humano”, destacan.

La perspectiva de transformación del sistema energético también apunta a un mayor crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB), con un aumento del 2,4% a mediados de siglo en comparación con los resultados de los planes actuales. El aumento acumulado de aquí a 2050 se sitúa en los 98 billones de dólares, muy por encima de las inversiones adicionales necesarias para transformar el sistema energético. La transformación prevista se amortizaría de manera efectiva, dado que cada dólar gastado produciría entre 3 y 8 dólares.