El sector eólico gira con fuerza en los últimos años. La evolución alcista se refleja en multitud de indicadores, entre ellos, en el empleo. La tecnología del viento emplea en España a cerca de 30.000 personas, un 25% más que en 2018, según el último estudio ‘Macroeconómico del Impacto del Sector Eólico en la Economía Española’, presentado por la Asociación Empresarial Eólica (AEE).
La industria eólica coloca a las personas en el centro de una recuperación verde. Es un activo importante para la economía europea y ha mostrado su resiliencia y fortaleza ante la crisis de COVID-19 y, por lo tanto, puede desempeñar un papel importante en una recuperación ecológica. Pero el viento genera beneficios adicionales más allá del empleo y el valor para la economía. Beneficia directamente a las comunidades que viven cerca de los parques eólicos. Así lo destaca el informe ‘Energía eólica y recuperación económica’ de la organización que engloba al sector en Europa, ‘WindEurope’.
El empleo en el sector de las renovables crece de nuevo y alcanza los 11,5 millones de puestos de trabajo a escala mundial
Los recursos naturales como el sol y el viento son también un recurso imprescindible para la generación de empleo. Su tendencia alcista en los últimos años se refleja también en 2019, según el último informe publicado esta misma semana por la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena). La séptima edición del informe ‘Renewable Energy and Jobs – Annual Review (Energía Renovable y Empleo: Análisis Anual)’ indica que los empleos en el sector alcanzaron los 11,5 millones a escala mundial el año pasado, con la energía solar fotovoltaica (solar FV)—que registró alrededor de 3,8 millones o un tercio del total— a la cabeza. Las industrias de la energía eólica y la hidroeléctrica destacan también entre los grandes empleadores del sector de las renovables, con aproximadamente 2 millones y 1,2 millones de empleos, respectivamente.
Las tecnologías de la información y la comunicación han dado el do de pecho en la respuesta a la COVID-19. La crisis ha acelerado la digitalización de negocios y servicios, y ha obligado al teletrabajo y a emplearla para el acceso a la sanidad, la educación y los bienes y servicios esenciales. Por ello, nunca más que antes es necesario reducir la brecha digital para los 3.600 millones de personas que aún no tienen conexión a internet, reclama la Organización Mundial de Naciones Unidas (ONU). Según la organización no gubernamental, una vez que la fase aguda de la crisis de la COVID-19 se termine, los gobiernos deberán invertir en infraestructura más que nunca con el fin de acelerar la recuperación económica, crear empleo, reducir la pobreza y estimular la inversión productiva.
La transición energética promete nuevos modelos de desarrollo económico y un futuro energético sostenible. El beneficio será triple: empleo, salud y medio ambiente, así como grandes mejoras del bienestar humano, en todas las regiones del mundo. Las inversiones para acometer la transición supondría aumentar los empleos en 42 millones de personas a escala mundial de aquí a 2050, cuatro veces más que en la actualidad. Los empleos en el sector de la energía en general alcanzarían los 100 millones en 2050, unos 40 millones más, mientras que generaría 7 millones de empleos nuevos en todos los sectores de la economía.
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