La unión es muy necesaria para enfrentarse a desafíos. Si el desafío se llama cambio climático, es ineludible. Es preciso de forma urgente una acción global para poder acometer una transición energética que propicie un vuelco a la forma de consumo aprendida desde hace siglos. Habrá que desaprender lo aprendido y vivir con otro modelo que cuide de nuestro planeta, y de todos los seres que conviven en él. La Agencia Internacional de las Energías Renovables (Irena), en el último informe ‘Perspectivas Mundiales de las Energías Renovables’. Transformación energética de aquí a 2050, hace un llamamiento en este sentido.
Negar la evidencia ya no es una salida. El cambio climático es real y así lo muestran todos los informes. El 2019 fue el segundo año más caluroso de todos los tiempos y marcó el final de la década más calurosa (2010-2019) que se haya registrado jamás. No hay tiempo para fijar ya muchas estrategias, porque la única estrategia es pasar a la acción para disminuir las emisiones de dióxido de carbono y frenar el calentamiento global.
Las emisiones brutas de CO2 equivalente se situaron en las 313,5 millones de toneladas el año pasado. Esta cifra supone una caída del 6,2% con respecto a 2018, según el Avance del Inventario de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) de 2019 del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO). Los datos preliminares, a falta de la publicación del informe, reflejan que fue un año bueno para limitar las emisiones. Pese a que fue un año hidrológico seco, con un descenso de la producción hidráulica del 27,6%, y en un contexto económico favorable, con crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) del 2%, se registró un desacoplamiento de las emisiones con respecto al crecimiento económico.
La transición energética promete nuevos modelos de desarrollo económico y un futuro energético sostenible. El beneficio será triple: empleo, salud y medio ambiente, así como grandes mejoras del bienestar humano, en todas las regiones del mundo. Las inversiones para acometer la transición supondría aumentar los empleos en 42 millones de personas a escala mundial de aquí a 2050, cuatro veces más que en la actualidad. Los empleos en el sector de la energía en general alcanzarían los 100 millones en 2050, unos 40 millones más, mientras que generaría 7 millones de empleos nuevos en todos los sectores de la economía.
El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) acaba de publicar el borrador del II Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC) 2021-2030. Este nuevo PNACC amplía las temáticas, los actores y la ambición de sus objetivos. Por primera vez se definirá en el marco del PNACC un sistema de indicadores de impactos y adaptación al cambio climático y se elaborarán, de forma periódica, informes de riesgo. Además, la puesta en marcha de las medidas contempladas en el borrador actualizado del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima permitirá aumentar la participación de las energías renovables en el uso final de energía al 42% y alcanzar un 74% de energía renovable en la generación eléctrica en 2030, sentando las bases para consolidar la neutralidad climática en 2050.
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