La unión es muy necesaria para enfrentarse a desafíos. Si el desafío se llama cambio climático, es ineludible. Es preciso de forma urgente una acción global para poder acometer una transición energética que propicie un vuelco a la forma de consumo aprendida desde hace siglos. Habrá que desaprender lo aprendido y vivir con otro modelo que cuide de nuestro planeta, y de todos los seres que conviven en él. La Agencia Internacional de las Energías Renovables (Irena), en el último informe ‘Perspectivas Mundiales de las Energías Renovables’. Transformación energética de aquí a 2050, hace un llamamiento en este sentido.

La organización mundial advierte de que para culminar la transición energética mundial a tiempo de evitar un cambio climático catastrófico es necesario intensificar la cooperación internacional. “El objetivo es que los gobiernos y otras instituciones puedan adoptar una amplia gama de políticas ambiciosas, destinadas todas ellas a fortalecer la determinación pública y a garantizar que nadie se quede atrás”, esgrimen. Para la agencia internacional, el éxito de la mitigación de la amenaza climática dependerá de las políticas adoptadas, su ritmo de implantación y el nivel de recursos comprometidos.

Para cumplir los objetivos energéticos y climáticos conexos será esencial elevar las ambiciones en todos los países. Las energías renovables, la eficiencia y la electrificación brindan un eje de acción claro para reducir la mayor parte de las emisiones a escala regional y nacional. Es necesario una “ruta acelerada” para cumplir los objetivos climáticos mundiales mediante la descarbonización de nuestras sociedades. El reto climático final a escala mundial es llegar a cero emisiones.