Los expertos urgen a España a tomar medidas que aceleren y consoliden la transición energética. España mejoró de forma ligera su índice de descarbonización el pasado año gracias a que fue un buen año hidrológico, pero no deja de ser una circunstancia coyuntural. Así necesita apostar con rapidez por medidas concretas que propicien la descarbonización de la economía. Estas son algunas de la conclusiones extraídas del ‘Barómetro de Transición Energética’ del Centro de Investigación ‘Economics for Energy’ , organización privada especializada en el análisis económico de las cuestiones energéticas.

El barómetro que evalúa el avance de la transición energética en España pone de relieve que a pesar de la reducción del gasto en energía, ha empeorado la seguridad del suministro aunque como contrapunto, refleja, continúa la tendencia a la baja en el coste de las reservas para integrar energías renovables, según explicaron los directores del centro, Pedro Linares y Xabier Labandeira, durante la presentación del trabajo.

Ambos expertos llamaron la atención también sobre que la intensidad energética es mayor en España que en Europa, hecho que origina que el gasto español, a pesar de haberse contenido, continúe por encima de los niveles de la UE. En cuanto al informe, Linares señala, recoge Efe, España redujo seis puntos porcentuales en emisiones de gases de efecto invernadero, ya que se ha pasado de un incremento del 21 % en 2017 respecto a los niveles establecidos en 1990, a un alza del 15,4 % en 2018.

En relación a 2005, la reducción pasó del 21% de 2017, al 24% en 2018 y refleja que el principal factor asociado a esta reducción fue el mayor aporte de la energía hidráulica, aunque las emisiones siguen siendo algo superiores a las de 2016.

 

Centro de Investigación ‘Economics for Energy’

En este aspecto el informe concluye que las cifras de reducción de emisiones se encuentran todavía alejadas de los objetivos planteados por la Unión Europea para España o de los que propone el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima.

Ante los resultados, los directores del barómetro insistieron en la necesidad de que España acelere su ritmo de transición hacia un modelo energético sostenible marcado por un avance en la integración de las energías limpias a costes razonables y por el aprovechamiento del elevado potencial de ahorro energético, en vista de la lentitud en los avances registrados durante los últimos años.