El mundo agotará su “presupuesto de carbono” en menos de 20 años si los países no cambian de forma extrema su política energética. Los planes gubernamentales siguen muy lejos de satisfacer las necesidades de reducción de las emisiones relacionadas con la energía para mantener el incremento de la temperatura por debajo de 2ºC, tal y como recoge, el acuerdo de París. Para cumplir con este objetivo, las emisiones acumuladas deben reducirse al menos en 47 gigatoneladas (Gt) adicionales hasta 2050 y la energía renovable debe crecer a un ritmo seis veces mayor, según recoge el informe ‘Transformación Energética Mundial’ de la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena). La hoja de ruta que marca pautas a seguir de aquí a 2050, alerta de la necesidad de que el sistema energético mundial debe sufrir una profunda transformación para reducir la dependencia de los combustibles fósiles, potenciar la eficiencia y dejar paso a las energías renovables.
El reto de la Unión Europea será lograr la neutralidad climática en 2050. Para ello, la recién elegida presidenta Ursula von der Leyen priorizará en su agenda política el cambio climático. La primera acción ha sido fijar una hoja de ruta denominada “Green and Fair New Deal” (Un nuevo acuerdo verde y justo) en el que figuran una batería de medidas. Posiblemente, una de las actuaciones que propone y que levantará más ampollas entre los consumidores será la subida de los precios de los billetes de avión.
La presidenta de la UE plantea, según recoge Kataca.com y el diario berlinés Tagesspiel, una subida de tarifas por emisiones a las aerolíneas. Ahora todas las compañías que quieran operar en suelo europeo deben comprar derechos de emisión. Funcionan como un incentivo negativo a la contaminación. Los certificados le han costado a las compañías más de 600 millones de euros en 2019. La Comisión Europea quiera duplicar la cuantía. Un coste que repercutirá en los usuarios con el objetivo de frenar el número de viajes.
Otra de las grandes medidas será la electrificación del transporte. La máxima responsable de la Comisión Europea quiere que para 2025 haya un millón de vehículos eléctricos. Además, pretende fortalecer la energía eólica marina con un mapa de actuación y facilitar su acumulación; propiciar la generación de energía en los edificios y ayudar a la industria del acero para que sea menos contaminante y aumentar las ayudas para las regiones en las que terminarán las actividades mineras de carbón.
Los españoles lo tienen claro. Hay que actuar contra el cambio climático ya. Así se desprende a una encuesta realizada por la Oficina Española de Cambio Climático (OECC) del Ministerio de Transición Ecológica que refleja que el consenso ciudadano llega a 8,7 puntos en una escala de cero a diez con respecto al grado de urgencia para actuar frente a los riesgos derivados de la crisis climática. El estudio de opinión se ha realizado a más de 700 personas con el fin de evaluar el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC).
Las energías renovables como la energía eólica y solar son las fuentes de electricidad más baratas en muchos países del mundo. La reducción de los costes ha supuesto que estas energías se conviertan en la alternativa limpia menos costosa ante la inmediata transición energética. Así lo afirma el último informe de Irena, la Agencia Internacional de Energías Renovables. El trabajo ‘ Renewable Power Generation Costs in 2018’, sirve como antesala a la reunión preparatoria de Abu Dhabi para la Cumbre de Acción Climática de Naciones Unidas (ONU) en septiembre. Los resultados del análisis de Irena reflejan que las energías renovables se extenderán por todo el mundo debido a que se prevé una mayor bajada de los costes. Ello fortalecerá aún más el papel protagonista de las renovables como motor de la transformación energética global.
El director general de Irena, Francesco La Camera, sostiene que las energías renovables son la columna vertebral del desarrollo sostenible. “Debemos acelerar la implantación de las energías renovables si queremos cumplir los objetivos climáticos del Acuerdo de París”, destacó La Camera, quien acentuó que el informe de Irena refleja que las energías renovables aportan a los países una solución climática de bajo costo que refuerza la transición energética. Según el trabajo de la agencia internacional, el coste de las tecnologías de energía renovable disminuyeron a su mínimo histórico durante el pasado año. La reducción de la energía solar fue del 26%, de la solar fotovoltaica y la eólica un 13%, la bioenergía un 14%, y la energía geotérmica y eólica marina un 1% en ambos casos. Estas bajadas proseguirán en los casos de la eólica y la solar en los próximos años con lo que se convertirán en la opción más barata frente al petróleo, el carbón o el gas natural.
Nos hacemos eco de una noticia que saltaba a la luz esta semana con un titular que no debería dejar indiferente a nadie: Un millón de especies se encuentra en peligro de extinción. Y no es una visión apocalíptica de unos científicos partidarios de las teorías del cambio climático, es un informe auspiciado por la ONU, de la Plataforma Intergubernamental Político Científica en Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES), en el que han participado 400 expertos de más de 50 países. Los resultados del trabajo revelan una necesidad de afrontar este problema de una forma global y urgente. La sobreexplotación de los recursos marinos y terrestres amenaza no sólo a la biodiversidad del planeta sino también al futuro de la humanidad. El 75% de los ambientes terrestres y el 66% de los ecosistemas marinos han sido severamente modificados, y la mayoría de ellos continúa sufriendo un proceso de degradación (muchos a un ritmo de al menos, un 4% por década), mientras ecosistemas sensibles, como los humedales y los bosques maduros de crecimiento largo, sufren el declive más rápido.
La mano del hombre ha influido en esta amenaza sin precedentes en la historia de la humanidad. Actualmente los humanos extraen más recursos y producen más desperdicios que nunca. Una de los orígenes de este consumo sin precedentes es el incremento de la población humana global. La población ha aumentado de 3700 a 7600 millones de personas desde 1970 de manera desigual en todos los países y regiones, lo que tiene importantes implicaciones para la degradación de la naturaleza. El consumo per cápita también ha crecido, y también es desigual, con una amplia variación en los estilos de vida y el acceso a los recursos en todas las regiones y dentro de ellas, además de las consecuencias para la naturaleza que se distribuyen a nivel mundial a través del comercio. Actualmente se explotan unos 60.000 millones de toneladas de recursos renovables y no renovables anualmente a causa del aumento de la demanda de plantas, animales, combustibles fósiles, minerales, material de construcción.
La única solución ante este desastre ecológico es transformar nuestra interacción con la naturaleza. El Informe presenta una lista ilustrativa de posibles acciones y vías para detener la destrucción de la biodiversidad que reoge la página de noticias de Naciones Unidas:
- En agricultura, el informe destaca, entre otros aspectos: la promoción de buenas prácticas agrícolas y agroecológicas y una gestión integrada intersectorial. También señala la importancia de una participación más profunda de todos los actores en todo el sistema alimentario (incluidos los productores, el sector público, la sociedad civil y los consumidores) y una gestión más integrada del paisaje y las cuencas hidrográficas; conservación de la diversidad de genes, variedades, cultivares, razas, y especies; así como enfoques que empoderan a los consumidores y productores a través de la transparencia del mercado, la mejora de la distribución y la localización, que revitaliza las economías locales, las cadenas de suministro reformadas y la reducción del desperdicio de alimentos.
- En sistemas marinos, se destacan los enfoques basados en los ecosistemas para la gestión de la pesca; la ordenación del territorio; cuotas efectivas; áreas marinas protegidas; proteger y gestionar áreas clave de biodiversidad marina; reducir la contaminación de la escorrentía en los océanos y trabajar en estrecha colaboración con los productores y consumidores.
- En los sistemas de agua dulce, las opciones y acciones políticas incluyen, entre otras: una gobernanza más inclusiva para la gestión colaborativa del agua y una mayor equidad; una mejor integración de la gestión de los recursos hídricos y la planificación del paisaje a través de escalas; también promover prácticas para reducir la erosión del suelo, la sedimentación y la escorrentía de la contaminación; aumentar el almacenamiento de agua; promover inversiones en proyectos hídricos con criterios claros de sostenibilidad; así como abordar la fragmentación de muchas políticas de agua dulce.
- En áreas urbanas, se necesita la promoción de soluciones basadas en la naturaleza; aumentar el acceso a los servicios urbanos y un entorno urbano saludable para las comunidades de bajos ingresos; mejora del acceso a espacios verdes; producción y consumo sostenibles y conectividad ecológica dentro de espacios urbanos, particularmente con especies nativas
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