Las tecnologías de la información y la comunicación han dado el do de pecho en la respuesta a la COVID-19. La crisis ha acelerado la digitalización de negocios y servicios, y ha obligado al teletrabajo y a emplearla para el acceso a la sanidad, la educación y los bienes y servicios esenciales. Por ello, nunca más que antes es necesario reducir la brecha digital para los 3.600 millones de personas que aún no tienen conexión a internet, reclama la Organización Mundial de Naciones Unidas (ONU). Según la organización no gubernamental, una vez que la fase aguda de la crisis de la COVID-19 se termine, los gobiernos deberán invertir en infraestructura más que nunca con el fin de acelerar la recuperación económica, crear empleo, reducir la pobreza y estimular la inversión productiva.
La transición energética promete nuevos modelos de desarrollo económico y un futuro energético sostenible. El beneficio será triple: empleo, salud y medio ambiente, así como grandes mejoras del bienestar humano, en todas las regiones del mundo. Las inversiones para acometer la transición supondría aumentar los empleos en 42 millones de personas a escala mundial de aquí a 2050, cuatro veces más que en la actualidad. Los empleos en el sector de la energía en general alcanzarían los 100 millones en 2050, unos 40 millones más, mientras que generaría 7 millones de empleos nuevos en todos los sectores de la economía.
Continuamos con nuestra contribución a la difusión de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible promovidos por la Organización de Naciones Unidas (ONU). En esta ocasión, profundizamos sobre el reto 8 ‘Trabajo Decente y Crecimiento Económico’. Según la ONU, la tasa de desempleo se situaba en el 6,4% en el año 2000 frente al 5,6% de 2017. Este crecimiento se agravará con la crisis ocasionada por la COVID-19. La pandemia global provocará una recesión histórica con niveles récord de carencias y desempleo, lo que creará una crisis humanitaria sin precedentes cuyas consecuencias las sufren los más pobres. La ONU apela a reforzar de manera extraordinaria la ayuda internacional y el compromiso político con el objetivo de garantizar que las personas de todo el mundo tengan a acceso a los servicios esenciales y a la protección social. El marco de respuesta socioeconómica consta de cinco líneas de trabajo:
España ha sido el quinto país que más potencia eólica y solar ha añadido durante el pasado año. Sólo en eólica, España ocupó el segundo lugar en Europa y el quinto a nivel mundial por nueva capacidad instalada y registró su mejor año en una década. España sumó 2.3GW en tierra, más de cinco veces sus instalaciones de 2008, con lo que finalizó el pasado ejercicio con 25,8 GW. Además, España logró ser la primera de Europa en inversiones para nueva capacidad en tierra (onshore), por delante de Suiza (1,6 GW), Francia (1,3GW) y Alemania con 1,1GW. El total del capital invertido en España ascendió a los 2.800 millones de euros.
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