Celebramos durante estos días la Sexta Semana Mundial para la Seguridad Vial promovida por Naciones Unidas. Una acción que llama la atención sobre la necesidad de respetar las normas de tráfico y sobre la necesidad de conducir con “cabeza”, tanto en nuestro ámbito profesional como personal. Es verdad que cuando conducimos no pensamos en las consecuencias que puede ocasionar que excedamos la velocidad, pero tendríamos que tener presentes nuestra fragilidad y que sólo un instante puede cambiarnos la vida.

Tenemos que cambiar el chip, también nuestra forma de conducir, ante todo por nosotros, pero también por el resto, por nuestras ciudades y por nuestro planeta. Una forma de conducir diferente que se alinea con la necesidad de otra forma de consumir o de vivir, con lo que se conoce como “slow” y que aquí podríamos traducir como lento, con calma, y como decía un proverbio árabe “la prisa mata, amigo”. Un consejo que recorre el tiempo hasta nuestros días y que cobra un significo clave ante una nueva forma de vida.

Esa lentitud en la forma de conducir es sobre lo que Naciones Unidas llama la atención este año. Para ello, ha lanzado la campaña “Street for Life” #Love30 (Calles para la vida) con el propósito de concienciar sobre la necesidad de limitar la velocidad a 30 kilómetros hora en las principales arterias de las ciudades.  Y aunque a principio puede resultar algo radical conducir sólo a 30 por la ciudad, quizás si ahondamos en las razones que argumenta la ONU podemos apoyar de forma individual la campaña y ponerla en práctica. Sus razones: las calles con límites de velocidad bajos salvan vidas; son calles más saludables; menos contaminadas; y más adecuadas para vivir, en definitiva, calles para la vida.

Más información:

https://www.unroadsafetyweek.org/es/home