La industria eólica y solar serán piezas claves en la necesaria descarbonización. Las energías con bajas emisiones de carbono presentan una gran oportunidad para descarbonizar el transporte, los edificios y la industria tanto a través de la electrificación directa como mediante el hidrógeno verde. Es una de las conclusiones extraídas del informe ‘New Energy Outlook 2020’ de BloombergNEF (BNEF), entidad que realiza proyecciones sobre cómo será la demanda y evolución del sistema energético global durante los próximos 30 años.
Continuamos con la difusión a través de nuestro blog de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Organización Mundial de Naciones Unidas (ONU). Hoy nos acercamos a la meta número 16, hoy profundizamos sobre la necesaria paz. Los conflictos, la inseguridad, las instituciones débiles y el acceso limitado a la justicia son una gran amenaza para el desarrollo sostenible, sostiene la ONU. Cifras tan demoledoras como que el número de personas que huyen de las guerras, las persecuciones y los conflictos superan los 70 millones de personas —cifra más alta registrada por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en casi 70 años—, hacen que el objetivo 16 ‘Paz, justicia e instituciones sólidas’ sea más necesario que nunca en plena pandemia o sindemia, una término que explica cómo el coronavirus afecta más a una población determinada según su contexto social, cultural y económico. Las desigualdades son un factor que aumenta la posibilidad de sufrir la COVID-19 y presentar peores resultados clínicos.
La industria eólica coloca a las personas en el centro de una recuperación verde. Es un activo importante para la economía europea y ha mostrado su resiliencia y fortaleza ante la crisis de COVID-19 y, por lo tanto, puede desempeñar un papel importante en una recuperación ecológica. Pero el viento genera beneficios adicionales más allá del empleo y el valor para la economía. Beneficia directamente a las comunidades que viven cerca de los parques eólicos. Así lo destaca el informe ‘Energía eólica y recuperación económica’ de la organización que engloba al sector en Europa, ‘WindEurope’.
Si cuidamos del planeta, nos cuidamos a nosotros: Objetivo 15 ODS ‘Vida de ecosistemas terrestres’
La COVID-19 ha hecho saltar todas las luces rojas de una forma abrupta respecto al medio ambiente. Si esas alarmas ya existían con anterioridad, el coronavirus ha supuesto una bofetada de realidad. El mensaje es evidente. No se puede vivir de espaldas a nuestro planeta. “Con la COVID-19, el planeta ha enviado su mayor alerta hasta la fecha indicando que la humanidad debe cambiar”, explica la directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Inger Andersen. La ONU en su informe ‘Trabajar con el medio ambiente para proteger a las personas’, explica cómo «reconstruir mejor», mediante una base científica más sólida, políticas que contribuyan a un “planeta más sano” y más “inversiones verdes”.
La Agencia Internacional de la Energía da un paso hacia adelante en las previsiones de descarbonización. Según su último informe publicado esta semana, ‘World Energy Outlook 2020’, la era de crecimiento de la demanda mundial de petróleo llega a su fin en diez años. La pandemia ha borrado casi una década de crecimiento de la demanda mundial de petróleo en un solo año. Ante este nuevo escenario, el organismo internacional duda de si habrá una disminución de la demanda mundial de petróleo a corto plazo, y reconoce el “espectacular crecimiento” que ha experimentado tanto la energía eólica como la fotovoltaica durante los últimos 20 años, a pesar de no reflejar este crecimiento en los informes.
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