El mundo verterá a la atmósfera 36.800 millones de toneladas de CO2, un 0,6% más que el año pasado. Esta cifra supone un récord histórico, según los datos que maneja Global Carbon Project, un proyecto científico colaborativo que supervisa desde 2006 las emisiones de CO2. Una cifra que lejos de remitir, crecerá aún más, en torno a 1 o 1,5% cada año. El dato aleja al mundo del objetivo más ambicioso del Acuerdo de París y supondrá consecuencias tan graves para todos como el calentamiento global. También hay datos al respecto, 2019 cerrará una década de calentamiento sin precedentes. “Estamos a 1,1 Cº por encima de los niveles preindustriales. Los últimos 5 años han sido los más cálidos de la historia”, asevera Petteri Taalas, secretario general de la Organización Meteorológica Mundial, durante la presentación del informe provisional sobre el estado del clima.

El aumento de la temperatura está impulsado por los gases de efecto invernadero. El principal causante es el dióxido de carbono y la mayor fuente emisora son los combustibles fósiles –petróleo, gas y carbón– que generan el 75% del CO2. La dirección para mitigar el dióxido de carbono es evidente. Hay que actuar con urgencia y cambiar el modelo energético y económico. La electrificación de la economía es necesaria. Electricidad generada por energías renovables. Dentro de estas fuentes energéticas, la energía eólica es la energía con mayor potencial para combatir el cambio climático y cumplir con los objetivos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima para 2030 y la Estrategia Nacional del Clima a 2050. Según los datos de la Asociación Empresarial Eólica (AEE), la eólica evita la emisión de 26 millones de toneladas de CO2/año en España y la importación de 9,5 millones de toneladas equivalentes de petróleo (TEP). La electricidad generada con la eólica ahorra 1.609 millones de euros al año en importaciones de combustibles fósiles.