El esfuerzo y compromiso de todos los trabajadores de Altertec Renovables es máximo para contribuir a que el impacto del Covid-19 sea el menor posible a nivel sanitario, económico, social y emocional. Cada uno de los casi 300 empleados que conforman el equipo humano de nuestro grupo empresarial colabora para que los parques eólicos de nuestro país continúen produciendo electricidad y así facilitar que la luz llegue a todos los hogares, hospitales o centros de producción, muchos de ellos, adaptados ahora para la fabricación de material sanitario y equipos de protección individual (Epis).

En esta cadena de corresponsabilidad social y solidaridad nacional sin precedentes, en el medio rural también surgen iniciativas pequeñas de héroes anónimos que cooperan en mitigar los efectos devastadores que provoca el coronavirus. Pequeños gestos que ayudan a salvar vidas y que reflejan la grandeza del ser humano. Queremos agradecer, es especial, la labor de estos héroes que se han volcado para que todo el equipo de Altertec Renovables esté protegido con mascarillas cuando acuden a los parques eólicos y cumplir con todo el protocolo establecido tanto por la compañía como por el Ejecutivo central. Son, precisamente ellos, en estos momentos tan complicados, los que anteponen su bienestar por el bien colectivo.

La primera de estos héroes a la que ahora ponemos nombre como símbolo de nuestro agradecimiento es Ester Faure. Ester tiene una pequeña tienda en Figueruelas (Zaragoza), cuna de Altertec Renovables. ‘La tienda de Ester’ es una mercería de pueblo, explica Ester, donde vendo “desde bisutería a zapatillas o ropa interior”, un pequeño bazar para cubrir todo lo que pueden necesitar los vecinos. Ester también arregla ropa. Al decretar el Gobierno el Estado de Alarma, el pasado 14 de marzo, Ester cerró la puerta de su pequeño comercio y una vez en casa consideró que su máquina de coser podría ayudar para realizar mascarillas, un EPI que puede salvar vidas y que actualmente el Ejecutivo ha confiscado a todos nuestros proveedores y no podemos adquirir. “No sé estar parada en casa y pensé que podía colaborar”, cuenta.

Ester aprovecha retales para fabricar mascarillas gratis para todos los vecinos y también para los técnicos de Altertec. Suele confeccionar cerca de 30 mascarillas al día, que deja en la farmacia del pueblo, para que desde allí se distribuya a todas las personas que las necesiten. Eso sí, antes de entregarlas las esteriliza. “Reparto mi tiempo para intentar que todas las personas que las necesitan las tengan”, precisa. Muy cerca de Ester, en Zaragoza, Asun Sanz, jubilada y voluntaria de una ONG de costureras, también cose mascarillas, principalmente para los técnicos de Altertec. “Como ya no podemos ir a coser pensé que podía ayudar porque creo que es el momento de colaborar como se pueda”, destaca. Tanto Ester como Asun son un ejemplo para todos nosotros por su entrega y con este artículo queremos reiterar nuestro agradecimiento, en estos tiempos tan complicados para todos. Un ejemplo para pensar que la humanidad es la esperanza que nos queda.